Publicado el 17-07-2024 en UCC
La singular trayectoria de Gerardo Trotti
Es arquitecto egresado de la UCC y nos presenta su propuesta artística YO SOY en la que expresa y caracteriza la evolución del ser humano.
La experiencia viva de los museos provocó un profundo giro en la carrera de Gerardo Trotti. Hoy es un reconocido artista especializado en obras figurativas de gran tamaño. Vive en Madrid desde 1985 y en esta nota nos cuenta algo de su experiencia.
¿Cómo se conjugaron la arquitectura y la pintura?
Pinto desde los trece años. Mientras estudiaba Arquitectura en Córdoba trabajaba en el estudio Pinzani-Devalle e hice mi primera exposición individual de pintura a los veinte años en la Galería Feldman.
Terminé en 1979 la carrera de Arquitectura con el Premio Universidad al mejor egresado de mi promoción. Trabajé un corto tiempo como arquitecto en un reconocido estudio y entre las obras que realizamos está un edificio haciendo esquina frente a la Plaza Colón.
¿Cuándo surgió la idea de vincularse más formalmente al arte?
Me fui de Argentina en 1981 pensando hacer un máster en diseño en Architectural Association School of Architecture en Londres pero una vez allí, mi carrera tomó otro rumbo. Previamente había estado una semana en Madrid en los museos y en Londres visité la exposición de los Picassos de Picasso y otra sobre arte Japonés del período Edo que me hicieron cambiar la dirección de ese máster que iba a realizar.
Estuve seis meses allí, y luego me fui a París. De todas formas, no hubiese podido quedarme ya que con la Guerra de las Malvinas echaron a todos los argentinos del país. En París viví cuatro años y trabajé con escultores para distintos proyectos, mientras seguía pintando. Viví en Montmartre, al lado del Sacré-Cœur. Fue una experiencia muy, muy enriquecedora. Digamos que ahí hice bellas artes por mi cuenta, visitando grandes museos y exposiciones.
En París me reunía mucho con artistas argentinos, algunos muy destacados. Ellos estaban en un grupo empresarial llamado el Trottoir de Buenos Aires, donde se hacía tango y música argentina. París fue una experiencia sumamente positiva. Allí gané un concurso de pequeño formato en el Espacio latinoamericano, que me permitió hacer una exposición individual, para luego participar en exposiciones con estos grandes artistas a nivel colectivo. Más allá de eso, la vida era un poco dura en cuanto a relaciones humanas, y por esa situación decidí trasladarme a Madrid. En Londres había conocido a mi actual esposa, Lourdes. Nos casamos en 1985 y desde entonces vivimos a las afueras de la ciudad, en Villaviciosa de Odón, un pueblo vecino de la ciudad de Madrid.
¿Qué ventajas tiene vivir en Madrid en relación a esta opción por el arte?
Aquí, comencé a trabajar en temas de escenografía, formé con unos amigos unos talleres escenográficos que finalmente terminé llevando solo. Fue una experiencia muy buena. Tengo, en mi haber más de 300 escenografías construidas y muchísimas obras diseñadas, entre ellas, musicales, óperas, zarzuelas, obras de teatro. Conjugué lo que era Bellas Artes con todo el tema del espacio escénico manejado a partir de la arquitectura. En este sentido, destaco muchísimo la experiencia que tuve en segundo año en la carrera de Arquitectura con el arquitecto César Nacelli, que fue la persona que más marcó mi proceso creativo y que sigo recordando con muchísimo cariño.
Digamos que todos los procesos vividos en los talleres fueron realmente ricos en cuanto a las investigaciones que hacía a nivel técnico, a nivel formal, al trabajo con tantos materiales diversos, reconocer los fundamentos de las distintas obras teatrales y musicales para llegar a lo esencial y poder poner en evidencia aquello que la música o la palabra de la obra transmitía. Eso fue importantísimo y lo hice hasta 2003 hasta que tuve que cerrar los talleres y me dediqué por entero a la pintura que ya forma parte de mi vida.
¿Qué es lo que más te apasiona respecto a tu labor? ¿cómo surge habitualmente la inspiración?
Me apasiona la investigación sobre la expresión del color y el cómo de las obras que estoy trabajando están relacionadas a mis inquietudes hacia la vida del ser humano. Yo supongo que esto me viene dado, no solo por mi formación católica desde pequeño y en mi paso por la Universidad, sino como algo que siempre me ha llevado, digamos, a un trabajo espiritual que sigo haciendo. Esto es justamente lo que me permite, de algún modo, encontrar las ideas que están detrás de estas obras.
¿Cómo podrías resumir tu último proyecto artístico bajo el título Yo Soy?
Estas obras las comencé a finales del año 2001 y las acabé hace un mes atrás aproximadamente. Son cuatro capítulos con un desarrollo cuatripartito en cada capítulo, haciendo un total de diesicéis obras pictóricas.
Desde el principio de la serie encontré en el muñeco el estereotipo del actual ser humano y es por esa experiencia que en mi alma vivía la idea de ponerle vida al plástico. Encontrar los “entre” en las relaciones humanas que desde tiempos pretéritos forman parte de nuestra evolución.
En mis trabajos pictóricos actuales sigo buscando esa luz. Una luz que se expresa fuera de la imagen de la representación pictórica y que transforme el gesto del muñeco con su plasticidad. Busco la luz que es vida y que nos permite estar presentes.
El hombre actual que trato de mostrar en las pinturas es reflejo de un hombre que ha perdido su consciencia espiritual. No únicamente que haya perdido su alma, sino que no es reconocido por sí mismo. Somos de alguna manera y en diferentes grados autómatas. Ello significa que seguramente en mis representaciones mostraré esos distintos grados de consciencia. Desde la pérdida del yo en un egoísmo extremo hasta un “yo soy” de entrega amorosa.